En los años que llevo coleccionando, he visto tanto en mi como en otros colegas coleccionistas, toda la gama posible de manías, delirios y conductas anormales.
Los filatelistas son dignos pacientes para los sicólogos y los siquiatras. Entre muchos otros trastornos, solemos padecer algunos como estos:
Tics incontrolados o movimientos repetitivos:
Se da habitualmente cuando revisamos nuestros sellos que están en un album con filoestuches o mejor y más fácil aún en un clasificador. No podemos sólo verlos, tenemos que tomarlos con la pinza y mirarlos por delante y por detrás. No importa cuántas veces los hayamos tomado. Cada vez es como la primera.
Si tenemos un bloque de 4 medio antiguo o frágil, también lo tomamos, una y otra vez…hasta que termina por estropearse, se parte y se separan sellos.
Masoquismo autoflagelante:
Nos encanta mostrar nuestra colección a personas que no tienen el más mínimo interés verla (parientes, amigos, vecinos). Cada vez que esto se hace, algo se estropea: o vuelve mal la hoja del clasificador y arruga la hoja de pergamino de protección, o se salen los sellos de los filoestuches, o indica un sello tocándolo con los dedos, o habla y se ríe salpicando saliva sobre la página, o estornuda. Pero nunca nos negamos a sufrir esta tortura y cuando quieren dárnosla nos ofrecemos felices a soportarla.
Bipolaridad incomprensible:
Resulta que tenemos $ 100 para ir a comprar sellos. Damos vueltas y vueltas para tratar de comprar el mejor sello posible con esos $ 100 (ojalá uno que en realidad cueste $150). Queremos sólo 1. Un sello como para ponerlo en un pedestal enmarcado. Lo mejor entre los mejores. Un buen sello para la cole.
Y otras veces con los mismos $ 100 lo que queremos es la mayor cantidad de sellos posibles. Ojalá una piscina de sellos para zambullirse en ella. Mientras mayor el lote más felices nos ponemos.
Obsesión compulsiva:
Suele pasar cuando nos metemos a Ebay. Vemos algo y lo queremos a como de lugar. Por ejemplo hace un par de meses, me topé con un bloque de 4 de Chile (que tenía borde de hoja y Plancha Nº3). Es una de mis manías ese formato. El sello suelto vale 80 cts. de dólar. Los 4 nuevos en bloque de 4 deberían costar 3,20 dólares, digamos 4 por estar en bloque. Ahora que si tiene el borde ese…¿el doble?= 8 dólares ¿¡ qué locura !. Pues bien ese número de plancha no lo tenía y el día del níspero lo encontraría por ahí de nuevo. Un inglés parece que también lo quería y fue subiendo el valor. Al final lo rematé en 29 dólares. Estaba feliz porque lo saqué baratísimo para lo que yo le había puesto a la puja secreta (¡¡ 46 dólares !!)
Desapego de la realidad. Falta de visión y aprovechamiento de las buenas oportunidades:
Es lo mismo que el caso anterior pero al revés. Es decir, no aprovechar una ganga. Por ejemplo, anuncian en Ebay una hojita bloque de Tongolandia o de Arzchenjikawtyzán, con sellos decagonales multifacéticos y con olor, impresa en dorado de 3 kilates, conmemorativa de Lady D, los 38 años y 2 horas de la llegada del hombre a la Luna y la celebración de las olimpíadas del próximo 2057 en Sumatra, todo en una, y que dicen que en catálogo (no especifican cual) vale 35 dólares y que está en “compre ahora” en sólo 3 más gastos de envío … y uno es tan tonto que no aprovecha la oportunidad de adquirir semejante rareza con tan generoso descuento.
Personalidad múltiple. Creerse otro y hacer lo que hace el otro:
Estamos de lo más bien con nosotros mismos y nuestros sellos, pero no hacemos más que ver la colección de otro y queremos coleccionar también eso, o montar lo nuestro como lo tiene montado él.
Coleccionismus interruptus:
Esto se manifiesta en la forma de acumulación de distintos tipos de sellos (por países o temáticas) que en una de esas, podríamos coleccionar a futuro. Pero mientras tanto vamos separando lo que tenemos o nos llega en unos sobrecitos o en un clasificador, a ver si nos entusiasmamos más adelante. Y nos llenamos de estos “posibles”, “no estoy seguro”, “por si acaso”, etc.
Esquizofrenia:
Escuchamos voces que nos animan a hacer cosas que concientemente no queremos. Por ejemplo salimos a hacer un trámite y ¡ zás! pasamos frente a una vitrina de una casa filatélica y vemos algo que nos enamora a primera vista. Nuestra cabeza y bolsillo nos dicen que no. Que ya por ese mes está más que completo el gasto (¡perdón la “inversión” en sellos).
Pero aparece esa otra voz ineludible, del lado oscuro de nuestra conciencia que nos dice: dale no más, después se verá cómo se arregla el asunto. Si no es ahora, cuándo?. Para eso te matas trabajando. Es lo menos que te mereces, ¿cómo en la casa los demás gastan como en guerra y ni te avisan ? etc, etc. y caemos y lo hacemos. Pero no somos nosotros. Es ese coleccionista que vive dentro y a veces toma el gobierno y las riendas y nos hace hacer estas cosas. O dejar de dormir. O no ir con la familia de visita donde unos parientes y pedir que digan que uno estaba indispuesto. Mentira. Uno quiere quedarse solo para “filateliar” tranquilo.
En fin, es cosa de ir a un club o sociedad filatélica y ver como los participantes están como en otro mundo. Hablan de cosas que nadie entiende. Hacen chistes de la goma de un sello. Hablan de las cosas que pasaban antes. De repente se para uno y dice en voz alta: ¿alguien anda con Dantzig? Y otro de por allá le contesta: “Por ahí tengo algo”. Y otro dice: “yo antes lo hacía pero lo dejé”.
(FONTE: http://www.filaposta.com/foro/viewtopic.php?f=1&t=5741#p39987)